El Colegio Mejía, de Quito, alberga al Museo Antropológico del
Ecuador. La institución funciona allí desde 1974 y presenta, en esculturas, a
21 etnias del país. En 18 salas usted podrá apreciar la vestimenta, los
oficios, las herramientas de trabajo y la vivienda de los montubios y cayapas,
de los indios serranos carapungos, salasacas e ilumanes y de los orientales
jíbaros, cofanes, shuar y huaorani. Las piezas son de autoría del escultor Galo
Tobar. El Colegio Nacional Mejía, una de las instituciones educativas más
antiguas de la ciudad, es el custodio de una casa donde las nacionalidades del
país alcanzan eternidad en una serie escultórica. Las piezas de este Museo
Etnográfico pertenecían al fondo del Instituto Nacional de Antropología, hacia
1950. Esta fase de exhibición fue corta, hasta 1952. Y de allí, el material
cultural se reubicó en 1974 en el primer piso del Colegio Mejía.
Este sitio contiene 17 salas donde se recrean 21 etnias de la
Costa, Sierra y Amazonía del país. También hay una sala especial para las
especies emblemáticas de la fauna nacional. En exhibición se distingue a un
cóndor, a varios roedores y primates menores, todos embalsamados. Una sala
final está dedicada al desarrollo de foros y proyecciones audiovisuales para el
público estudiantil que acude a este complejo antropológico. La carta estética
para este Museo la puso el talento escultórico de Galo Tobar. Este maestro supo
capturar la mirada, la expresión y las posiciones heriáticas de pescadores
montubios, agricultores serranos y sabios y guerreros orientales. Y dichos
personajes aparecen en la recreación de sus ambientes originales. Para este
efecto, cañas de bambú, bahareque, troncos de árboles endémicos y hojas de
palmera han sido introducidas al lugar. El resto de la vegetación está hecha en
papel.
Museo Colegio Mejía
Aspecto importante en esta muestra antropológica está en la
apreciación de la vida cotidiana de los pobladores primigenios del país. La
vestimenta es un punto de referencia hacia el entendimiento de las relaciones
entre los seres humanos y sus entornos. El caso de los vecinos de la Amazonía
es el más didáctico. En los atuendos de jíbaros y cofanes se aprecia que estas
comunidades vieron en las fibras vegetales y las semillas la "tela"
para sus diseños. Luego, los objetos utilitarios que complementan los ambientes
dan cuenta de cómo los pobladores han intervenido en la naturaleza para su
provecho. Las redes y los machetes dan cuenta de la dieta marina del habitante
costero. Las vasijas recuerdan los procesos de almacenaje de los granos que
cosechan los serranos. Y los pequeños tiestos son testimonio de la molienda del
ají y de la mezcla de yerbas sagradas dentro de los rituales de curación en el
oriente.
En esta misma temática, resulta buen atractivo las ambientaciones
de las labores pastoriles de la gente de Simiátug, en el norte de la provincia
de Bolívar; o las cholas cuencanas dedicadas a la alfarería y al tejido de
sombreros de paja toquilla; o la fabricación de canoas con los árboles de los
cayapas. Las alegorías festivas y el mundo mítico de Ecuador aquí también
tienen su espacio. Una escultura presenta al personaje tradicional de la
celebración sincrética del Corpus Christi. En su imagen conjugan la estética
andina y la judeo-española. Espejos, plumas, encajes e íconos cristianos
conforman el traje con el cual un danzante agradecerá a los dioses de la
naturaleza por la fecundidad de la tierra.
DIRECCIÓN: COLEGIO MEJIA
COSTO: GRATUITO
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